domingo, 30 de enero de 2011

Algunas conclusiones

Después de todo lo comentado en clase durante las primeras semanas en base a las cuestiones planteadas en las primeras entradas de este blog, podemos hacer una primera reflexión sobre los conceptos de arte, artista y manifestación estética, y a su vez establecer una conexión clara con la materia principal que nos ocupa: la Educación Artística. En primer lugar, y como resumen de las, anteriormente referidas, cuestiones planteadas hasta ahora, existen cuatro premisas en las que basaremos nuestra reflexión:
El arte como "patrimonio" cultural. El objeto artístico pertenece a un contexto, perteneciente, a su vez, a una cultura. Si los valores que definen el objeto artístico y que lo elevan a ser considerado como tal se pierden con el paso del tiempo, éste es susceptible de ser eliminado. Esta práctica se ha llevado a cabo a lo largo de los siglos en nuestra cultura occidental; sin embargo, parece escandalizarnos enormemente que esto se realice en otras y vemos en esos objetos más de lo que la cultura a la que pertenecen puede llegar a ver. A veces, simplemente, no significan ni valen nada. Y como todas las cosas que no tienen significado ni tampoco valor, son finalmente desechadas.
El planteamiento de los límites éticos del artista. Claro que debe haber límites, no lo pongo en duda, porque lo último que debe pretender el artista es dañar sensibilidades. Otra cosa distinta es provocar (emociones como la rabia, la desesperación, el miedo, ...). Un artista puede provocar sin dañar, por eso son necesarios los límites, porque a veces el artista confunde la delgada línea que separa la provocación del daño con un diminuto puntito casi invisible. La pregunta es: ¿dónde están esos límites? Ésa es la decisión que debe tomar el artista. Está en la conciencia de cada uno.
El conocimiento de la técnica como una ventaja pero no como condición necesaria para la creación del objeto artístico. Este conocimiento tiene la capacidad de ampliar el radio de acción para con la obra: a mayor conocimiento, mayor libertad. En cualquier caso, el desconocimiento de los procedimientos no exime al artista de su capacidad creativa. Muchos autores reconocidos han resultado ser artísticamente muy prolíficos (en algunos casos, demasiado), hecho que sólo puede explicarse gracias a la existencia de un taller de trabajo de apoyo al artista, y de los que se han beneficiado grandes autores con oRodin o Bernini.
La originalidad (creatividad) de la obra de arte. Para mí, la originalidad es condición indispensable de la obra de arte, por la sencilla razón de que, por su capacidad expresiva, ésta puede evocar sensaciones o emociones de todo tipo... y eso sólo se consigue mediante nuevas primeras impresiones. ¿Qué quiero decir con esto? Hoy día nos enfrentamos a un público difícil, un público que ha visto de todo, que no se asusta ni le impresiona nada, que ante una obra de arte simplemente no siente nada. Es aquí donde la originalidad entra en juego, el único factor capaz de dirigir esas sensaciones y emociones hacia donde queramos, hacer en definitiva que el público sienta. Porque algo que ya han visto, que han experimentado, que ha probado, puede provocar una automática falta de interés contra la que es imposible luchar.
Y ahora nos planteamos: ¿qué podemos hacer en el campo de la Educación Artística? ¿Cómo podemos trasladar estas reflexiones a este objetivo último de dar clase? ¿Se trata de transmitir conocimientos o más bien de orientar hacia actitudes y aptitudes creativas? Nuestra materia es compleja. Mientras nosotros andamos preocupados por definir aún el campo del arte y sus premisas, la realidad ahí fuera (en la disciplina docente) es bien distinta. Tratamos con un alumnado que no tiene interés por aprender, ni siquiera aquellas materias que el sistema educativo considera más relevantes. La nuestra ha quedado desterrada en la isla de las asignaturas "maría", de la que es complicado salir, aunque no imposible. Y eso por no hablar de los centros educativos situados en las Zonas de Atención Educativa Preferente (en adelante, ZAEP), en las que el profesor está más ocupado en tareas de socialización e integración que de docencia.
Lo que está claro es que educar artísticamente es conseguir abrir el campo de visión de los alumnos y que descubran que hay un mundo más allá de las Matemáticas y la Lengua, en el que podrán explotar sus capacidades creativas. No se trata tanto de enseñarles procedimientos como de hacerles contextualizar el arte: que sepan al menos, culturamente, por dónde se mueven y de dónde vienen.

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